Las fiestas de patronazgo
En Asturias cada pueblo, cada aldea, cada villa, cada ciudad, se acoge al patronazgo de algún santo protector. En los pueblos marineros privan San Roque y la Virgen del Carmen; en otros serán la Virgen de Begoña, San Mateo, San Pedro, Santa Lucía, la Virgen del Rosario, San Félix, el Cristo del Socorro... y, así, un largo etcétera que abarca a casi todo el santoral.
La fiesta del pueblo es día grande con misa solemne, procesión, subasta del ramo, buena mesa y romería alegre. Una mesa en la que antaño, en reunión de familiares y amigos invitados, nunca faltaba el cocido de garbanzos seguido de la clásica dulcería regional y local; después, ya más modernamente, la fabada sustituyó al cocido y, por último, la paella arrinconó a ambos. Tener los garbanzos, les fabes o el arroz en tal o cual lugar era sinónimo de invitación festiva.
A la anochecida, la romería ofrecía oportunidad de baile y de merienda (las gentes solían llevar al campu la fiesta sus empanadas, tortillas, carne, etc.); las avellaneras ofrecían sus mercancías, los barquilleros sus delicias y los puestos sus golosinas. Los mozos obsequiaban con los perdones (avellanas tostadas al horno) a sus enamoradas y la música ponía oferta de baile sin fin:
«Bulle la mocedá 'na romería
con bailes, i llacuades, i canciones,
pos rialicen allí sos ilusiones,
el amor, el encantu y la allegría.
Cada galán tien dama ya 'scoyía
pal rigresu, i al dai conversaciones
ofrecei lo primero los perdones,
i fácense amorosa compañía.Elli compra rosquíes i avellanes;
extiend'ella 'l pañuelu n'ambes manes
y guarda 'quel regalu sonriyente;van pe la carretera galantiando
i aflectuosos dispíndense'n llegando,
pos la moza ya tien un pretendiente».