Los helados
El uso de hielo o de nieve para conservar alimentos o enfriar manjares es antiquísimo. Se cuenta que ya en tiempos del Imperio romano los césares y nobles transportaban nieve desde las cumbres montañosas para enfriar algunas comidas o dulces, cuidando de proteger los neveros para, en tiempos de estío, disponer de tales primicias.
No es Asturias región donde el arte de la heladería haya calado en el costumbrismo popular; sus gentes, en cambio, son gustosas de esos sabores y placeres, lo que se traduce en un buen campo de mercado para los fabricantes de tales productos.
Probablemente el helado que más ha trascendido en la hostelería asturiana sea el llamado Peñasanta, inventado por la llanisca Confitería Auseva en la década de 1930. La fórmula de su preparación pasó a manos de Ventura Villaverde que, por los años 40, se estableció en Cangas de Onís (Casa Ventura-Hotel Ventura). Amelia Villaverde, su hija, continuó con la receta hasta que recientemente cesó en la actividad hostelera.