Las sidras champanizadas
La experiencia francesa de Dom Perignon (1640-1715) de provocar en los vinos una segunda fermentación en botella y ofrecerlos con toda su carga de dióxido de carbono tuvo su versión sidrera asturiana en la segunda mitad del siglo XIX: concretamente en 1857 (veinte años antes que Josep Raventós iniciara su aventura de las cavas catalanas) se descorchaba en Asturias la primera botella de sidra champanizada. Su creador: la empresa gijonesa Industrial Zarracina, S.A.
Y cuando en 1897 la reina regente doña María Cristina premiaba a Codorníu, en Colunga nacía, de la mano de Hijos de Pablo Pérez, la sidra champanizada El Hórreo.
Este descubrimiento supuso un avance extraordinario no sólo en la elaboración de sidras champanizadas, sino también en todos aquellos aspectos que condicionaban su comercialización, especialmente a tierras americanas. Así, poco a poco, fueron creándose nuevas industrias champaneras: Cima, S.A. (Colloto-Oviedo); Hnos. Blanco Saro (Ribadesella); Vereterra y Canga (Gijón); Muñiz, Gamba y Balaúnde, «El Oso» (Avilés); Valle, Ballina y Fernández, «El Gaitero» (Villaviciosa); Nachón y Cía, «Pelayo» (Infiesto); Hijos de Antonio Arias, «Praviana» (Pravia); Champanera Asturiana, «La Tierrina» (Villaviciosa)...
La adopción del tipo de botella champanera, que ofrecía mayor seguridad para el transporte; la facilidad en los medios de comunicación y las excelentes relaciones con los países hispanoamericanos, donde la presencia asturiana era (y es) muy notable, propiciaron un amplio mercado de las sidras champanizadas; circunstancia que se vio aminorada durante la guerra civil, el posterior bloqueo internacional y, finalmente, con la crisis cubana actual. Parece que esta situación regresiva dio fin y de nuevo se vislumbran senderos de mercado importantes.
La creación de nuevas industrias champaneras (Mayador, El Escanciador, Riestra, Grusifás «Pomar»...) vienen a cubrir el hueco dejado por las que en tiempos difíciles cerraron sus puertas.
La auténtica sidra champanizada es la que se elabora siguiendo el método champenoise: fermentación en botella, sedimentación de borras, degüelle para eliminación de sedimentos, adición del licor de expedición y posterior corchado.
En el mercado también existen sidras gasificadas procedentes de sidras naturales con adición de agua, azúcares o concentrados de manzana y adición de dióxido de carbono antes del envasado final.